Historial Fundación Mozart

Viaje a Laredo 2011 con la Coral La Paloma

Misa y Concierto en Santoña, 30 abril. Concierto dentro del XVII Festival Primaveras Pejinas 1º de mayo 2011

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Crónica de un debut…  Bueno…, de dos…   Mejor que dos…, ponga tres.  Por un corista debutante…

1. Tras los pequeños escarceos previos cumplidos, se trataba del debutde Juan al frente de la Coral, en un concierto “grosso”, digo largo y comprometido: las Primaveras Pejinas de Laredo.

2. Pero, también se trataba del debutde la Coral con Juan.

3. Bueno, también era el mío, como tenor de la Coral.

Pero no se trataba únicamente de losdebuts citados; porque el verdadero reto, desde mi punto de vista, estaba en los tres días de convivencia, en circunstancias siempre complicadas, como lo son las horas previas a las actuaciones importantes.

Todo ello aderezado con los largos viajes de ida y vuelta en el autobús; los ensayos, por supuesto y, finalmente, las dos actuaciones; el resto del tiempo en el hotel, las comidas, las idas y venidas y los pequeños ratos libres.

A pesar del magnífico talante del grupo y la cohesión que da la experiencia de convivir y trabajar juntos muchos años, de la mayoría de los coristas, parecía flotar en el ambiente una cierta expectación ante cómo se podían desarrollar los acontecimientos. Cosa totalmente lógica después de 10 años con el anterior director y ser ésta “la prueba del algodón” con el nuevo, siendo ambos ciertamente diferentes, tanto musical como personalmente hablando.

Además se añadía cierta tensión, al menos en el grueso de la Coral, ante el evento, pues éramos conscientes de que, dado el exigente repertorio elegido, ciertas obras no estaban del todo dominadas, dada su dificultad y la escasez de tiempo de ensayo con la plantilla al completo, la, todavía, no conseguida compenetración con el nuevo director, etc.

Por mi parte –no me quiero escaquear- y aunque era optimista respecto al resultado, basándome en la evidente mejoría mostrada en los últimos ensayos y, también, en que conozco perfectamente la gran eficacia de Juan en estos casos, sabía que el reto era de los más preocupantes que uno ha tenido, por las circunstancias indicadas y, cómo no, por la importancia del Festival de Laredo -tierra de gran tradición coral- y por el que han pasado las mejores agrupaciones corales no profesionales de España.

Y mi preocupación era desde dos ángulos, como cantante y, a pesar de mi pequeñísima aportación, como ayudante de dirección. Y en este sentido, también me preocupaba como iba a evolucionar la comunicación en el doble sentido Coral-Director, Director-Coral, en los siempre complicados y hasta tensos ensayos y pruebas acústicas, como suelen resultar los previos a los conciertos.

Pues bien, no sé si estaréis de acuerdo, pero mi percepción es que la citada comunicación evolucionó como debía ser, es decir, a mejor; a mucho mejor, diría yo. Tras –quizás- unos comienzos más tensos: que si la acústica, que si dónde dejamos las cosas, que si la colocación, que si quién canta este pasaje…-acordaros nada más de los momentos previos y del comienzo de la misa en Santoña…-, la comunicación fue evolucionando progresivamente a mucho más estrecha y relajada. Y, claro, el resultado fue magnífico.

Ya quedó patente en la propia actuación de Santoña, con la estrechez e incomodidad para cantar en contra, pero con la acústica a favor, en la que cantamos francamente bien -¡vaya Ave Verum que nos marcamos!- especialmente lo más difícil, es decir, la parte de música y poesía.

Pero donde toda la evolución culminó, fue en el concierto final de Laredo, pues si bien existieron algunos “defectillos del directo” (no era nada fácil escucharnos entre nosotros y eso siempre crea problemas), la progresiva comunión con el director hizo posible superarlos, con la entrega y el corazón que supo poner todo el mundo, lo que propició que junto a preciosos momentos de armonías brillantes, apareciera “la magia”, es decir, la transmisión de la emoción de la música al público.

Extremo que pudimos comprobar, tanto en la vibrante respuesta obtenida al final de varias obras, como en el hecho de que la iglesia permaneció llena de principio a fin del extenso concierto, sin que nadie abandonara su asiento.

Y en lo que respecta al resto de cuestiones…, creo –más que espero- que el viaje en su conjunto, haya resultado una grata experiencia para todos.

Creo que vuestro buen talante, ayudó a que predominara un gran ambiente, incluso con muchos momentos salpicados de sana alegría.

Desde luego, para mí –y creo, igualmente, representar el sentir de Juan- ha supuesto, más que el descubrimiento, la constatación de tener la suerte de haber encontrado un grupo con una maravillosa calidad humana, individual y de conjunto que, desde luego, es lo menos frecuente y lo más importante en este mundo.

Por todo ello, os transmito, de corazón, mi más profundo agradecimiento y mi ferviente deseo de estar a vuestra altura.

José María Mateo

No puedo resistir la tentación de enviar este correo. Tándem: mil gracias por Laredo. Ha sido fantástico el haber disfrutado del coro en su más amplio sentido: musical y humanamente. «Dále caña, Manolín».
Un abrazo fuerte. Carmina